21/4/16

Reseña: "Las muertes de Gabriel"

Título: "Las muertes de Gabriel".
Autora: Cristina Trigo de Quiroga Santa Cruz.
Páginas: 365.

Las muertes de Gabriel es una novela de la memoria, esto es, una novela de la resistencia porque instaurar la memoria significa restar espacio al olvido. Como en memoria-olvido, esta novela se arma en la tensión de duplas existenciales que son vividas angustiosamente por los personajes. Y, por lo tanto, es también una novela de la muerte, del aprendizaje de la vida a través de la percepción y alternancia con la muerte (...). Se entenderá, entonces, por qué Las muertes de Gabriel es una novela de la amistad, puerto anhelado para restar dolor pero también para sumar fuerza a este trayecto que algunos llaman vida.

Primero que todo, y aunque lo he mencionado varias veces, no soy experta en literatura. No he estudiado al respecto y la carrera que curso va bastante alejada de esta área en particular. Pero estoy muy segura que al libro le faltó un poco de trabajo de edición.

Me explico. El libro trata sobre Gabriel, y de cierta manera las muertes de otros que le ha tocado vivir. Con una propuesta de trama interesante, nos abre camino con Manuel, hombre humilde que se postula para alcalde de su pueblo, y las interacciones que tiene con el protagonista a través de una crítica cruda a la política sucia y a los distintos caminos que tomamos para no dejarnos hundir por ellos. Resulta un poco confuso determinar si es la obsesión de Gabriel con la muerte lo que lleva a compartir la historia de Manuel, o si por el contrario, es la incipiente carrera política de éste lo que decanta en el recuerdo de las muertes.

Del libro quiero rescatar varios aspectos positivos. Me gustó la propuesta, y en cierta manera, lo que entregaban, La muerte es siempre un concepto atrayente, la obsesión con ella (o la manera en que se lidia con) es algo que contribuye en la literatura; existen pasajes dentro del libro que hablan de la muerte sin muertos, como concepto o sensación omnipresente. Es en estos párrafos que el máximo potencial narrativo de Cristina Trigo se aborda, se desborda. 
La idea que encierran los personajes también me parece muy bien llevada, entiendes porqué cada personaje fue creado, y dentro de sus propias personalidades resultan por completo coherentes, te los crees y hasta los quieres.

El problema de este libro, como ya he señalado, me parece que es de edición. En un punto parecía querer decir demasiadas cosas, creaba historias paralelas cuya importancia quedaba muy rezagada o simplemente carecía de importancia en contraste con lo principal: la relación de Gabriel con sus hijos, la relación con su ex esposa, la figura repetitiva de María, cómo vivió las muertes Gabriel, porqué se fue al campo y Manuel no parecen pertenecer a la misma historia, falta un hilo conductor fuerte (o quizá la idea de meter menos información entremedio).
Faltó la edición de la historia en cuanto a que debió haberse elegido una historia potente y desprender las demás en linealidad.

Del mismo modo, pudo haber potenciado mejor los personajes. En las novelas, siempre considero que lo más importante es tener personajes bien desarrollados: puedes hacer que la acción sea prácticamente nula si los personajes son redondos y definidos. El problema aquí fue que faltó pulir los personajes, hacerlos más... completos. Por ejemplo, los personajes siempre exteriorizan sus emociones, pensamientos y actitudes; todo el tiempo, cuando el ritmo de la novela da para desarrollar la interioridad del personaje, para determinar su actitud sin que tenga que explicitarla.

Por otra parte, y que fue lo que hizo la lectura más engorrosa e incómoda, fue el exceso de palabras. A veces me gustaba la idea que estaba desarrollando, e incluso comprendía porqué en la siguiente línea escribía qué había significado la acción, pero a veces sus explicaciones se habían demasiado largas y repetía la misma idea una y otra vez, hasta que resultaba cansino y empezaba a perder sentido la idea de la acción.
Además, había veces que no cortaba la oración y ésta perdía su fuerza. Sentía que el texto de esa línea habría sido perfecta. Pensar en esto, o mejor dicho, tener siempre la sensación de estar leyendo un borrador todavía no terminado, distrajo mucho mi lectura: no podía disfrutar porque en cierto punto quería levantarme por un lápiz para tachar algunas partes.

Y ese es el problema. Que el libro no es malo. Que en sus páginas uno es capaz de determinar el enorme potencial de la escritora, que sí era buena escribiendo. Ideas originales y divertidas, personajes interesantes... pero todo quedaba a la altura de borrador, de un trabajo al que todavía le quedaba por pulir antes de publicar. Y no pude disfrutar la lectura.


 2/5

Esta reseña la empecé a preparar hace una semana. Pero se me fue el internet, y después llovió demasiado y después había perdido el sentido.

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